La Historia Oculta detrás de La Historia
¡Bienvenidos, buscadores de la verdad! Prepárense para un viaje a través de las sombras de la historia, donde las grandes sociedades secretas tejieron los hilos del poder, la riqueza y el conocimiento oculto. Hoy, examinaremos los orígenes, las caídas y las supuestas resurrecciones de las órdenes que, según la leyenda, aún manejan los destinos de la humanidad.
Los Caballeros del Temple: De Monjes Guerreros a Banqueros del Mundo
Nuestra inmersión comienza en 1119 d.C., en Tierra Santa, con un puñado de valientes guerreros liderados por Hugo de Payns. Su misión pública, proteger a los peregrinos, rápidamente se convirtió en algo mucho más profundo y secreto. Al establecer su cuartel general en la explanada donde se alzaba el legendario Templo de Salomón, se cree que estos nueve caballeros se dedicaron a una excavación exhaustiva, buscando reliquias y textos esotéricos que les otorgarían un conocimiento trascendental, la llave de su posterior y meteórico ascenso.
Este conocimiento oculto, mezclado con una disciplina militar inquebrantable, transformó a la Orden del Temple en la entidad más rica y poderosa de la Europa Medieval. Pronto, los templarios no solo custodiaban caminos, sino que custodiaban el tesoro de reyes y papas, inventando sistemas de crédito y transferencia de fondos tan avanzados que sientan las bases de la banca moderna. Su red de encomiendas se extendía por todo el continente, actuando como un estado financiero supranacional que, inevitablemente, generó la envidia y el temor de las coronas.
El inmenso poder económico de la Orden fue su perdición. El rey Felipe IV de Francia, agobiado por deudas monumentales con los Templarios, decidió que era más fácil eliminar al acreedor que pagarle. Así, orquestó el infame golpe del Viernes 13 de octubre de 1307, una fecha que aún resuena con mala fortuna. Las acusaciones de herejía, sodomía y adoración a Baphomet fueron la fachada perfecta para una purga motivada por la avaricia y el deseo de anular una deuda impagable.
La maquinaria de la Inquisición, bajo la presión del rey, desató una brutal campaña de arrestos y torturas, forzando confesiones y manchando el nombre de los Templarios para siempre. A pesar de la crueldad, el verdadero tesoro de la Orden —su conocimiento esotérico y una gran parte de su riqueza— nunca fue encontrado. Este es el punto crucial donde la historia se funde con la leyenda, abriendo la puerta a la teoría de la huida organizada y secreta.
Se especula con intensidad que la flota templaria, la más poderosa de su tiempo, zarpó del puerto de La Rochelle la noche anterior a la redada, llevando consigo no solo a numerosos miembros, sino también vastas cantidades de oro y, lo más importante, las reliquias esotéricas más preciadas. Este escape magistral, orquestado bajo el manto de la noche, sugiere una red de inteligencia y lealtad inquebrantable que superó la traición del rey francés y del Papa.
El último Gran Maestre, Jacques de Molay, enfrentó un destino trágico, siendo quemado en la hoguera en 1314. En ese momento final, la leyenda afirma que lanzó una terrible maldición sobre el rey Felipe IV y el Papa Clemente V, prometiendo que "ambos lo seguirían a la tumba en el plazo de un año". Esta profecía, que se cumplió, cimentó el poder místico de la Orden en el imaginario popular, convirtiendo a De Molay en un mártir y un símbolo de la resistencia oculta.
La desaparición de los Templarios, por lo tanto, no fue una extinción, sino una transformación. Los barcos que zarparon de La Rochelle se dirigieron, supuestamente, a costas donde el poder papal y real no podía alcanzarlos, principalmente Escocia y Portugal. En estos refugios, la Orden se reagrupó, jurando mantener vivo su conocimiento y su Gran Trabajo en la sombra, esperando el momento oportuno para resurgir bajo una nueva identidad.
Este remanente templario, cargado de secretos antiguos y con una profunda sed de venganza contra las estructuras de poder que los traicionaron, es la semilla de nuestra siguiente gran sociedad secreta. Su huida no solo salvó un tesoro, sino que preservó una ideología que, a través de la Masonería, moldearía el pensamiento político y filosófico de los siglos venideros. La llama del Temple simplemente se ocultó, esperando arder de nuevo.
La leyenda de los barcos templarios navegando hacia la niebla atlántica con el Arca de la Alianza o el Santo Grial permanece como un testimonio del poder que se oculta a plena vista. Este tesoro, más que monetario, era el conocimiento para influir en los destinos de naciones, un poder que pasaría de mano en mano a través de las generaciones ocultas.
Los investigadores serios y los amantes de la conspiración sabemos que la prohibición de 1307 fue solo el final de un capítulo. La herencia templaria, con su mezcla de disciplina monástica y conocimiento esotérico, era demasiado valiosa para desaparecer. Su legado se mantuvo vivo en los símbolos y los ritos de las sociedades que surgieron después.
El mito de la maldición de De Molay es un recordatorio sombrío de que el poder oculto tiene sus propias formas de justicia. La historia nos enseña que no se puede simplemente eliminar el conocimiento esotérico y la influencia financiera; estos solo se vuelven más profundos y más difíciles de rastrear, adoptando nuevos nombres para continuar con su misión.
La Compañía de Jesús: La Mano Negra de Roma
Ahora dirigimos nuestra mirada a una fuerza muy diferente: la Compañía de Jesús. Fundada en 1540 por San Ignacio de Loyola, un ex-militar herido, esta orden se creó como la vanguardia espiritual del Papado, buscando contrarrestar el arrollador avance de la Reforma Protestante. Su disciplina, inspirada en la formación militar de su fundador, les dio una eficacia sin parangón.
Los Jesuitas pronto se hicieron conocidos como los maestros de Europa, estableciendo una red global de colegios y universidades de élite. Su enfoque en la educación, que combinaba la fe con las ciencias y las humanidades, les permitió formar a las futuras élites políticas y sociales, ganándose una influencia intelectual monumental en cortes y reinos de todo el mundo.
Sin embargo, esta influencia global y su lealtad inquebrantable al Papa (el famoso "cuarto voto") los hizo temidos por las monarquías europeas, que veían en ellos una interferencia directa de Roma en sus asuntos nacionales. Los jesuitas fueron acusados de intrigas políticas, espionaje y manipulación, creando una fuerte oposición que trascendía las fronteras.
La presión de las cortes de Portugal, Francia y España, que veían a los Jesuitas como un estado dentro de un estado, culminó en la supresión de la Orden. El Papa Clemente XIV, cediendo a la presión política extrema, emitió la bula Dominus ac Redemptor en 1773, forzando la disolución de la Compañía de Jesús. Fue un golpe devastador, silenciando una de las voces más poderosas de la Iglesia.
A pesar de la prohibición, la Orden no desapareció por completo. Milagrosamente, lograron sobrevivir en Rusia, bajo la protección de la zarina Catalina la Grande, quien se negó a obedecer la bula papal. Este refugio les permitió mantener viva la llama de su organización y su conocimiento mientras esperaban el momento oportuno.
El vacío de poder en la educación y la política, sumado al caos de las Guerras Napoleónicas, finalmente jugó a su favor. La Iglesia Católica y las monarquías europeas reconocieron la necesidad de una fuerza tan disciplinada para combatir el liberalismo y la Ilustración, considerados la nueva amenaza.
Así, en 1814, el Papa Pío VII emitió la bula Sollicitudo omnium Ecclesiarum, restaurando oficialmente la Compañía de Jesús. Su reaparición no fue un mero retorno; fue un resurgimiento con una agenda clara: fortalecer la autoridad papal y luchar contra las fuerzas seculares que, irónicamente, habían sido alimentadas por sus antiguos enemigos.
Las evidencias posteriores sugieren que esta prohibición y resurrección no fueron casuales, sino parte de una estrategia más profunda. Se argumenta que los Jesuitas aprendieron a operar en las sombras, volviéndose aún más discretos y, según algunos, influyendo secretamente en la Masonería para combatir a sus oponentes liberales, o quizás, para imponer la autoridad centralizada del Vaticano, para lo cuál fue creada otra orden más que aparentaba combatirles, pero que fue creada por uno de sus instruidos.
Los Iluminados de Baviera: El Proyecto de la Razón Oculta
Ahora, viajamos a Baviera en 1776, donde el profesor de derecho Adam Weishaupt funda la Orden de los Illuminati. Weishaupt, un hombre educado en la disciplina jesuita pero profundamente opuesto a su ideología, vio a la Masonería como un vehículo para difundir la Ilustración radical y el racionalismo.
La Orden de los Iluminados se creó con el objetivo declarado de perfeccionar al individuo y, en secreto, de liberar a la humanidad de la tiranía de la monarquía y la Iglesia. Weishaupt tomó prestados métodos de organización de Los Jesuitas: un sistema jerárquico estricto y el uso de seudónimos para mantener el secreto absoluto y la lealtad incondicional.
Su crecimiento fue explosivo, infiltrándose rápidamente en logias masónicas y atrayendo a figuras clave de la nobleza, la política y la intelectualidad. Este rápido y silencioso ascenso alarmó a las autoridades bávaras, que veían en el racionalismo anticlerical de los Iluminados una amenaza directa a la estabilidad del Estado.
Los miembros de los Iluminados juraban mantener el secreto bajo amenaza de muerte y se comprometían a una disciplina mental profunda, utilizando ejercicios de autoconocimiento para adoctrinar a los reclutas. Este secretismo, combinado con su agenda radical, los convirtió en el enemigo público número uno de las fuerzas conservadoras.
La persecución comenzó en 1784, cuando el Elector de Baviera prohibió todas las sociedades secretas que no contaran con la autorización del Estado. Documentos incautados de miembros de la Orden expusieron la estructura y los planes de los Iluminados, revelando su intención de subvertir la religión y el gobierno.
La prohibición oficial llegó en 1785, obligando a Weishaupt a huir al exilio. Aunque la Orden fue desmantelada en Baviera, la no todos sus miembros no se dispersaron, sino que simplemente se sumergieron aún más en las logias masónicas que, dadas las enseñanzas recibidas de Los Iluminados, ya les eran ya más familiares que el clero de Roma.
Es crucial entender que la prohibición de los Iluminados fue el catalizador para que se convirtieran en la conspiración eterna. Al ser expuestos, se convirtieron en el chivo expiatorio perfecto para explicar cualquier cambio radical, especialmente la Revolución Francesa, un evento que las fuerzas conservadoras atribuyeron directamente a su influencia secreta.
La Francmasonería: El Legado Templario en Escocia
Regresamos al remanente de la Orden del Temple. La evidencia más robusta y fascinante sugiere que los Templarios, al huir de la persecución de 1307, se refugiaron en Escocia, una tierra que, gracias a la excomunión de su rey, Roberto I, era segura de la Inquisición.
En Escocia, los caballeros, cargados de su conocimiento esotérico y su sed de venganza, se unieron a los gremios de constructores (Operative Masons). Esta fusión no fue de igual a igual, sino una toma de control intelectual, donde los templarios infundieron su misticismo y su compleja estructura jerárquica en un gremio de artesanos.
Este cruce dio origen a La Francmasonería Especulativa. Los constructores de catedrales se transformaron en constructores de ideas, adoptando los símbolos arquitectónicos (el compás, la escuadra) como metáforas para la construcción moral y espiritual del individuo, y, en última instancia, de la sociedad.
La Masonería, por lo tanto, se convirtió en el vehículo perfecto para preservar el Gran Trabajo templario. Los altos grados masónicos, particularmente el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, (R.E.A.A) contienen rituales explícitos que aluden a la historia de Los Templarios, incluyendo la promesa de vengar a Jacques de Molay.
El conocimiento templario sobre la Cábala, el Gnosticismo y la Geometría Sagrada se convirtió en el corazón esotérico de La Masonería. Este conocimiento, transmitido en secreto, otorgó a sus miembros la sensación de ser los herederos de una tradición oculta y superior.
La Capilla Rosslyn, en Escocia, construida por la familia Sinclair (quienes se dice que protegieron a los Templarios), se erige como un monumento de esta transición. Su simbolismo inusual es un testimonio de la presencia templaria en suelo escocés antes de la fundación oficial de La Masonería Moderna.
Esta cooptación de un gremio local permitió a Los Templarios operar a plena vista, en el anonimato de una sociedad fraternal. La Masonería se convirtió en el velo protector para la ideología que buscaba socavar los poderes que habían traicionado a la Orden original.
De esta forma, la prohibición de 1307 no detuvo el poder templario; simplemente lo hizo más sutil, más profundo y más influyente. La Masonería es vista por los amantes de la historia oculta como el remanente activo de la Orden, trabajando silenciosamente para establecer el nuevo orden.
La Masonería Moderna: El Poder Oculto en la Cúspide
Desde su formalización en 1717 con la Gran Logia de Londres, la Francmasonería dejó de ser un gremio de constructores para convertirse en un centro de influencia política y social. Su éxito reside en el reclutamiento de líderes, pensadores e intelectuales, proporcionando un espacio donde las élites podían reunirse, intercambiar ideas y generar redes de apoyo inquebrantables.
La Masonería moderna ha sido la matriz de la Ilustración, el motor de varias revoluciones, y un actor constante en el corazón de las estructuras de poder. Sus miembros han estado presentes en la fundación de naciones, en la elaboración de constituciones y en las cúpulas de la banca y la industria, demostrando una habilidad innata para estar siempre "al lado del poder".
La acusación más persistente y poderosa es que la Masonería no es una simple sociedad fraternal, sino una pirámide de poder. Los grados inferiores están poblados por hombres que buscan compañerismo y filantropía, pero los grados superiores son el verdadero centro de control, donde se imparte la agenda esotérica heredada de los Templarios y la política radical de los Iluminados.
Lo cierto es que la Orden busca imponer un orden secular global, liberado de la religión tradicional y la monarquía, y guiado por las élites ilustradas. El objetivo final, según se teme, es la manipulación de los destinos de la humanidad, asegurando que las palancas del poder político, económico y militar permanezcan siempre en manos de sus iniciados.
La habilidad de la Masonería para absorber e integrar a sus competidores o predecesores (Templarios, Iluminados) y para enfrentar a sus aparentes enemigos (los Jesuitas) la convierte en el actor central de la historia oculta. Al estar presente en todas las esferas de la vida pública, su supuesta influencia se convierte en la explicación de todos los eventos globales.
Conclusión
Hemos descorrido el velo de tres sociedades secretas históricas, cada una de ellas portadora de un conocimiento y un poder extraordinarios. Desde los Templarios, que legaron la llama del esoterismo y la banca oculta; pasando por los Jesuitas, que mostraron el poder de la disciplina y el control educativo; hasta los Iluminados, que inyectaron la agenda política de la subversión, todas ellas han dejado una marca imborrable en la historia que conocemos.
La gran lección de este viaje es que el poder nunca desaparece, solo cambia de forma. La Masonería, al fusionar el conocimiento templario con la ambición de la Ilustración, se erigió como el conducto perfecto para estas fuerzas ocultas. Los hilos de control, que parten desde los grados más altos de las logias, buscan asegurar que el destino de la humanidad sea un proyecto controlado por aquellos que se creen los únicos dignos de guiar a la civilización hacia su supuesto "Nuevo Orden Mundial".
Amigos, el mundo que ven es solo una cortina. Detrás de ella, las estructuras jerárquicas que hemos explorado siguen operando, buscando perpetuar la antigua lucha por el control del conocimiento y la influencia. Sigan investigando, sigan cuestionando y recuerden: el secreto más grande no es lo que ocultan, sino lo que nos hacen creer que es la realidad.
Por: Winston Robert P






